Supongamos que, con grandes esfuerzos, has superado la prueba del cultivo. Supongamos que has conseguido cosechar una hermosa plantación de marihuana, un montón de plantas rebosantes de cogollos resinosos. Casi no puedes creértelo, tú siempre has sido un desastre y un Atila de los cultivos. Y sin embargo, esta vez parece que lo has logrado... Pero no cantes victoria, todavía puedes cargarte la maría de muchas formas, y conseguir que, después de tantos desvelos, esa deseadísima primera calada sea una experiencia frustrante y te deje un mal sabor de boca. Te damos unas cuantas pistas: 

1. Saltarse el manicurado

Ya sabemos que es un rollo y que hay que emplear mucho tiempo y mucho mimo. Pero si colgamos las plantas a secar con todas las hojas, éstas aportarán mucha humedad a los cogollos impidiendo su correcto secado. Eso si no aportan también hongos y/o ácaros que destrocen toda la cosecha. Es más fácil manicurar antes del secado, pero también se puede hacer después.

2. Secar los cogollos de marihuana al sol

Esto lo hacen mucho en Marruecos, lo que explica a veces la baja calidad de su marihuana a pesar de las grandes extensiones dedicadas a su cultivo y al benigno clima. La luz solar directa degrada el THC y el exceso de calor apresura demasiado el proceso de secado, haciendo que se pierda entre el 20 y el 30 por ciento de su potencia. Un buen secado debe durar unas tres-cuatro semanas en un lugar oscuro, seco y ventilado. A continuación, es aconsejable el proceso de curado en cajas de madera o metal, para terminar de secar completamente los cogollos, ventilando la caja cada día durante al menos otra semana.

Pero volvamos a suponer que esto también lo has hecho bien. Ahora tienes en tus botes de cristal marihuana de primera calidad, lista para ser fumada. Ya no puede pasar nada que la estropee... ¿o sí? Desde luego que sí. Siempre puedes...

3. Fumártela mezclada con un Ducados

U otra marca de tabaco negro. Es casi lo peor que se puede hacer con una buena marihuana. La convierte en un fumeque miserable, que sabe a posguerra y que destruye todos sus aromas y matices. Asqueroso.

4. Liarte un porro con papel de cuaderno

Otra cerdada a la antigua. Vale que todos nos hemos quedado sin papel en un momento poco oportuno, pero si has tenido la paciencia necesaria para cultivar, manicurar, secar y curar la marihuana correctamente, debes tener la misma paciencia para esperar a que abran el estanco. O el chino, que lo abren antes.

5. Echar demasiada cantidad a un pastel

Hace poco hemos visto en las noticias un suceso de intoxicación colectiva con un pastel de weed. Es mucho más difícil calcular los efectos del cannabis ingerido por vía oral. Tardan más en presentarse y pueden ser mucho más potentes, con ataques de pánico y paranoias incluidas. Si la marihuana es buena, puede ser suficiente una cucharadita de café por persona. Y ante la duda, quédate corto.

Seguramente, si eres lo suficientemente patoso/a, encontrarás tu propia manera de cargarte tu maría, por fantástica que sea. Por lo menos, que no sea porque no te hemos advertido.