La marihuana pasó, durante la Edad Media, de ser una medicina habitual en las estanterías de médicos, herbolarios o comadronas, a ser considerada como un apéndice vegetal del mismísimo Satanás. Y, es que según firmó el Papa Inocencio VIII, en su bula El Martillo de las Brujas, su uso era “un sacramento impío perteneciente al segundo o tercer tipo de misa satánica”. Un pecado terrible que, en opinión del Pontífice, llevaba a sus usuarios a convertirse en seres oscuros y maléficos, asesinos y propagadores de enfermedades. Pero lo peor no era eso. No. Sino que supuestamente también se convertían en ¡amantes lascivos del terrible Lucifer!

¿Por qué el cáñamo se había convertido así de repente en la extensión mundana del señor de las tinieblas? Más aún cuando los cruzados que venían de Tierra Santa fueron uno de los introductores de la planta en Europa y la utilizaban para tratar diversos males como la hidrofobia o el tétanos. ¿Qué pasó para que, sin previo aviso, la iglesia católica la condenara tan rotundamente?

Fue una cuestión de control del mercado. En los más de tres años que duró la epidemia de Peste Negra en Europa (1347-1351), que dejó 25 millones de muertos, la medicina más utilizada para combatirlos dolores de a enfermedad era un remedio que contenía cannabis, el Unguentum Populeum. El mismo preparado que utilizaban las mujeres que participaban en ritos paganos de adoración a la diosa del amor, quienes más tarde pasarían a ser conocidas despectivamente como 'brujas'. La controversia estaba servida entre la población: ¿Si la enfermedad era la ira de Dios, por qué ese preparado que contenía marihuana y elaboraban las seguidoras de los ritos paganos tenía el 'poder' de curar a la gente? 

"La gente se volvió hacia la medicina de sus pueblos y las creencias de sus ancestros. La iglesia percibió ese cambio de autoridad y se puso manos a la obra para evitarlo", explica la socióloga e investigadora estadounidense Catherine Stolley. Asimismo, propagaron el rumor de que la 'hechicería' de estas mujeres era la responsable de la Peste Negra y avivaron el odio de la población, asegurando que ellas la habían propagado con el fin de destruir los reinos cristianos.

Casi un siglo después, el engaño había entrado por todos los poros de una sociedad desolada y había llegado hasta la cúspide de la jerarquía cristiana. En 1484, el Papa Inocencio VIII cambia repentinamente su opinión sobre las seguidoras de los cultos a la fertilidad. Hasta ese momento, no se había posicionado. Ahora, mediante la bula contra las 'brujas' llamada en latín Malleus Mallificarum, no solo las hechizadas existían, sino que debían ser perseguidas, torturadas y asesinadas. Las matronas y herboristas, también pasaron a ser consideradas servidoras del demonio y el cannabis pasó a estar prohibido.

La iglesia, incluyó así, en su definición de bruja, a cualquiera que tuviera conocimiento de herboristería, ya que "aquellos que usan las hierbas tienen un pacto con el Demonio, ya sea implícita o explícitamente". Una resolución que ejemplificaba el paso de Europa por uno de los episodios más oscuros de su historia y que sentó las bases para la prohibición de la marihuana y su percepción negativa entre la población. El cannabis, se convertía de la noche a la mañana, y a despecho de su historia, en una 'hierba de brujas' utilizada por adoradoras de Satanás.

Una definición que habría noqueado, enviando directamente a la lona, a los numerosos, médicos y estudiosos de las más variadas civilizaciones que utilizaron el cannabis con fines medicinales desde, como mínimo, la época del emperador chino Shen Nung en el 2800 a.C. Los egipcios, por ejemplo, incluían medicinas basadas en la marihuana en el Papiro Ebers - probablemente el tratado de medicina más antiguo que se conserve-; los griegos la utilizaban como remedio contra los calambres o la gota y el Canon Medicinae escrito por Avicena, el célebre médico Árabe, la recomendaba como tratamiento para la migraña o la epilepsia. Por solo citar unos pocos casos.

Aún así, el miedo al cáñamo se instaló en la sociedad feudal. Las terribles torturas que sufrían los sospechosos de utilizarlo, sumado al contexto social de ignorancia y retroceso, provocó un corte con la tradición terapéutica de la marihuana en la farmacopea europea y constriñó su uso a las sociedades de África y Asia.