La leche materna puede contener restos de THC, el principal componente psicoactivo del cannabis. Los estudios científicos no se ponen de acuerdo en si esto afectaría al desarrollo de los pequeños, pero todos están de acuerdo en que hace falta una mayor investigación para llegar a mejores conclusiones. Mientras tanto, algunas madres que han consumido de alguna manera la planta durante el embarazo o la lactancia piden que no se las juzgue por ello.

Muchas parejas o padres solteros lo esperan con ansia y cuando llega se suele recibir como una bendición: los bebés alegran la vida de muchas familias. Entre sonajeros, pañales y llantos, los días pasan mientras los recién nacidos crecen en peso y tamaño. Para ello, nada mejor como la leche materna, que los especialistas recomiendan siempre que se den las condiciones para ello. Sin embargo, puede existir una duda entre las amantes del cannabis, si el pecho se puede combinar con el consumo de su planta favorita.

Da igual que sea fumando, con una pipa de agua o con un comestible: en internet se leen las preguntas de muchas usuarias acerca de la conveniencia de dar pecho a un bebé tras haber estado en contacto con la planta. La principal preocupación proviene de si el THC, su gran componente psicoactivo, se transmitiría a los pequeños en desarrollo a través de la leche. Algunas mujeres se lo plantean desde antes de concebir o cuando el embarazo está en desarrollo. 

Para responder a esa pregunta, hay que averiguar dónde se encuentra el THC una vez entra en el cuerpo humano. El tetrahidrocannabinol circula por el torrente sanguíneo tras su paso por los pulmones o el aparato digestivo. También, se puede alojar en los tejidos grasos de la madre y de ahí pasar a la leche materna. Un estudio de 1982 encontró una concentración de THC ocho veces mayor en la leche de madre que en su plasma sanguíneo.

En 2005, un nuevo estudio explicó que un uso masivo del cannabis podía acumular grandes cantidades de THC en la leche materna. Ya que el cerebro del bebé aún se está formando, los responsables de la investigación advertían de que tal vez podría afectar a su desarrollo. Además, recomendaban que no se expusiera a los pequeños al humo que pudiera generar la madre. 

De acuerdo a otros investigadores, y ya que el cerebro de los bebés todavía se encuentra en desarrollo, el THC podría afectar a la formación de su sistema motor. 136 bebés, de los que la mitad habían estado expuestos a la marihuana durante su primer mes de vida, fueron usados en un estudio de 1990. Al año de vida, los bebés con THC en su cuerpo tenían unas capacidades motoras menores que los otros. 

Sin embargo, las conclusiones de los científicos de este estudio fueron otras: aunque pudiera parecer que el cannabis estaba asociado a un menor desarrollo motor de los niños, esta deducción debía cogerse entre pinzas, debido al carácter preliminar del estudio. “La exposición a la marihuana durante la lactancia parece ser un buen indicador del desarrollo motor infantil, pero eso no significa que la relación sea de causa y efecto”, se decía.

Otras investigaciones más recientes, de 2009, han demostrado que los pequeños pueden metabolizar algo del THC. Uno de los bebés tenía restos de tetrahidrocannabinol en la orina entre dos y tres semanas después de la ingesta de leche. Sin embargo, entonces se desconocía qué puede pasar al metabolizarlo.

Los problemas para estudiar los efectos de la marihuana en bebés también se volvieron a señalar en 2012. Entonces, la revista ‘Clinical Lactation’ publicó que los bebés expuestos al THC a través de la leche materna habían incrementado riesgos de ganar peso de forma más lenta, más temblores o, de nuevo, un retraso en el desarrollo motor. Sin embargo, se volvió a incidir en la dificultad de estudiar el uso de la marihuana en mujeres lactantes, por lo que los resultados debían tomarse con cautela.

En general, se recomienda no consumir marihuana o minimizar su uso mientras se da el pecho, porque se desconocen los efectos que puede producir en el bebé, sobre todo el THC. También se debe evitar que los niños estén expuestos a su humo. Aun así, hay otros estudios que señalan que, precisamente porque el cerebro está todavía formándose, el tetrahidrocannabinol no afectaría tanto. Una investigación de 2004 incidió en que los receptores cannabinoides no están desarrollados por completo en edades tempranas, por lo que la sustancia no haría tanto efecto como en un adulto.

Por otra parte, otro estudio realizado en 1982 a 756 mujeres (de las que el 34 % eran usuarias de marihuana) durante su embarazo, durante la lactancia y cuando los bebés cumplieron un año concluyó que no había diferencias significativas en el desarrollo de los pequeños. Eso sí, Katherine Tennes, directora de la investigación, señaló que otros aspectos del crecimiento del bebé, como la capacidad del lenguaje, no se podían analizar en ese momento, por lo que había que hacer más estudios.

Por otra parte, se han realizado pocas investigaciones sobre el CBD, el principal cannabinoide terapéutico del cannabis, por lo que ni siquiera se sabe si las variedades con una alta concentración de este podrían ser positivas de alguna manera a través de la leche materna.

Las madres consumen cannabis

Además de pensar en los efectos que la marihuana podría tener en los bebés, también hay que tener en cuenta si es recomendable que una madre consuma. Dependiendo de la variedad con la que interactúe y los efectos sobre su cuerpo, estos podrían influir en el cuidado de su bebé: un mal viaje o una genética con efectos demasiado relajantes pueden afectar a las decisiones que toma la madre cuando lo está atendiendo (cambiándole los pañales, haciendo que se duerma…). 

Existen madres que en internet han dejado testimonio de lo que les supuso consumir cannabis durante el embarazo o la lactancia. Y son buenas palabras: les ha ayudado a gestionar con el estrés, el cansancio o algunas molestias matutinas. Todo ello no ha interferido, según su relato, en el desarrollo de sus hijos, que han crecido sanos. Por ello, piden que se las deje de molestar por consumir la planta en cualquiera de sus formas. Porque estas mujeres no solo tienen que escuchar los hipotéticos efectos de la hierba que la ciencia aún está investigando, sino que también se enfrentan al rechazo social.

Las sucesivas legalizaciones que estamos viviendo y la mejora de la investigación que ello traerá ayudarán a que se realicen más estudios, que seguro estarán protagonizados por las madres, los fetos y los bebés, e incluso por niños mayores para conocer los efectos a largo plazo. Las conclusiones arrojarán más luz. Mientras tanto, solo queda la precaución, conocer los testimonios de madres y las pruebas científicas y, sobre todo, no juzgar a quienes apuestan por una planta con la que mejoran su vida.