La industria de la marihuana está logrando estimular nuevas investigaciones sobre la planta en varios campos, como la agricultura o la medicina. La ola de legalización que atraviesa Estados Unidos y Canadá está impulsando a diversas compañías y magnates a mover su dinero hacía su estudio, una forma de obtener datos científicos que logren avalar sus negocios del futuro. Este intento de capitalizar la fiebre del oro que va a suponer la industria del cannabis está ayudando a que la comunidad científica retome una serie de investigaciones que llevaban años en la sombra.

Una de las consultoras más importantes de Silicon Valley, Benchmark Capital, ha puesto sus ojos en la investigación del cannabis. La empresa, que ha logrado aupar a gigantes de la tecnología como Twitter, Uber, Snapchat o Instagram, ha decidido invertir este verano 8 millones de dólares (6,77 millones de euros) en Hound Labs, un laboratorio que está desarrollando dispositivos y métodos más efectivos y justos para el análisis de THC en los controles de carretera.

Que los inversores más ricos de Estados Unidos estén vertiendo sus millones en la investigación de la marihuana es una buena señal de lo que está por venir. Por ejemplo, el magnate de la biotecnología Peter Thiel, que fue cofundador de PayPal, contribuyó con 300.000 dólares (más de 250.000 euros) a la campaña electoral a favor de la legalización recreativa en California, lo que se consiguió en noviembre de 2016. Ahora que Thiel ha ayudado a allanar el terreno, está invirtiendo millones en una empresa de investigación de productos medicinales llamada Privateer Holdings, entre muchos de sus emprendimientos relacionados con el negocio del cannabis.

Que el capital de Silicon Valley se esté moviendo hacia la industria cannábica solo puede significar una cosa: la expansión de la legalización es irreversible en el nuevo continente y el mercado está a punto de explotar. Los expertos dicen que en estados como California, uno de los motores económicos más fuertes del país, el mercado de la marihuana alcanzará cotas de 6500 millones de dólares (unos 5500 millones de euros) en 2020. Este crecimiento debe ir acompañado de un desarrollo y una investigación científica que durante décadas ha sido inexistente, debido a que la Agencia Federal de Control de Drogas clasifica la planta como una sustancia al nivel de la heroína.

Y aunque esto sigue siendo así a nivel federal, más de la mitad de los estados sí permiten el uso del cannabis para fines médicos y ocho para uso recreativo, lo que hace pensar a la mayoría de inversores que el gobierno federal terminará cediendo y regulando la marihuana con unas leyes parecidas a las del alcohol. No obstante, la mayoría de empresas que cotizan en bolsa, incluyendo los gigantes farmacéuticos y biotecnológicos con recursos para desarrollar los medicamentos cannábicos, siguen alejados de la industria. La prohibición federal mantiene a las grandes corporaciones a la espera, puesto que podrían perder accionistas y financiación pública.

Canadá y las inversiones en técnicas de cultivo

Distintas universidades del mundo están recibiendo cantidades interesantes de dinero para financiar sus líneas de estudio. "A día de hoy casi no hay información científica sobre cómo producir estas plantas, pero en cambio existe mucho interés en esta área", dijo Youbin Zheng, un profesor de la Universidad de Ontario (Canadá) que dirige un estudio financiado por productores de marihuana medicinal e instituciones públicas. 

Zheng y su compañero, el profesor Mike Dixon, realizan una serie de estudios sobre los efectos de la irrigación, la iluminación, la fertilización y la tecnología en el crecimiento del cannabis. "Gran parte de los trabajos se han basado en tonterías de personas que pensaban que habían resuelto todos los enigmas realizando sus investigaciones en un sótano", explica Dixon a propósito de llevar el rigor científico a la investigación sobre la marihuana.

Para estos científicos existen más de 150 compuestos en el cannabis que aún deben explorarse a fondo. Sin embargo, Dixon y Zheng están centrando sus estudios en el área del cultivo, donde quieren desarrollar tecnologías que permitan a los canadienses explotar sus sistemas de producción en entornos hostiles. A través de cultivos en almacenes, con luz artificial y sin necesitar el sustrato del suelo, los canadienses quieren dar con la clave para cultivar la planta en los países de clima frío durante todo el año.

Ambos científicos se muestran agradecidos con la inversión y creen que ayudaría a diseñar el futuro económico de Canadá. "Podemos usar esta investigación para desarrollar una tecnología de soporte de vida, para casos como el de los alimentos, que puede convertirse en un motor económico para un país como Canadá durante los próximos 300 años”, sentenciaba Dixon.

La universidad de Oxford y la marihuana medicinal

Otra de las inversiones más sonadas de este año fueron los 10 millones de libras (más de 11 millones de euros) que la empresa de capital riesgo Kingsley Capital Partners destinó a la Universidad de Oxford para estudiar a fondo los beneficios médicos de la marihuana. El objetivo es crear un centro mundial de excelencia en investigación cannábica.

El estudio recibió el apoyo del famoso actor Patrick Stewart, que se valió de ella para tratar los síntomas de su osteoartritis. Gracias al uso de ungüentos y barras masticables, el actor de ‘X-Men’ consiguió conciliar el sueño por la noche y frenar el movimiento reflejo de sus manos. "Este es un importante paso adelante para Gran Bretaña en un campo de investigación que, durante mucho tiempo, ha sido frenado por los prejuicios, el miedo y la ignorancia", ha dicho Stewart.

En los últimos años, los estudios han apoyado cada vez más el valor médico del cannabis en el tratamiento de enfermedades tales como la esclerosis múltiple, la epilepsia y la artritis, y para tratar el dolor nervioso. Pero la legalización aún no es del todo efectiva, ya que muchos médicos dudan a la hora de recetar por la falta de literatura médica y referencias de estudios. Así, las empresas saben que es necesario apoyar el negocio con una investigación médica y tecnológica a la altura, y desde el lado de la comunidad científica están recibiendo con los brazos abiertos este nuevo y fuerte flujo de financiación para sus estudios.