Cada vez son más los datos con los que cuentan los investigadores cuyas hipótesis apuntan a que Jesús podría haber utilizado aceite de cannabis en sus milagrosas curas. El misterio que envolvía a la palabra ‘kaneh-bosem’, que había pasado desapercibida entre los ingredientes que utilizó el Mesías para elaborar la unción que utilizó con sus discípulos, ha sido resuelto por multitud de expertos lingüistas, botánicos y antropólogos que señalan que se trataría de nada más y nada menos que cannabis.

Hoy, en pleno siglo XXI, cuando las investigaciones científicas y las propias experiencias de los pacientes han demostrado lo efectivo de la marihuana para paliar ciertas enfermedades y dolencias, existe todavía un gran sector conservador que se niega a reconocer el poder terapéutico de esta planta. Quizá habría que contar a esos incrédulos que ya hace 2000 años, en Oriente Medio, Jesucristo podría haber usado el aceite de cannabis para llevar a cabo los supuestos milagros que se relatan en los libros sagrados del cristianismo.

Si bien las hipótesis a este respecto hace ya décadas que existen en distintos círculos de científicos e historiadores, a medida que se descubren nuevos datos las teorías al respecto cobran más y más fuerza. Datos que se encuentran en las escrituras y que aquellos investigadores que sostienen que el Mesías utilizó cannabis en sus rituales releen para tratar de hallar nuevos y más sólidos argumentos. Por ejemplo, según se describe en el Antiguo Testamento, el sanador que se hacía llamar Jesús de Nazaret preparaba un ungüento en el que ponía cuatro kilos de una planta conocida en arameo como ‘kaneh-bosm’, junto con aceite de oliva y extractos de mirra, canela y casia (arbusto parecido a la canela).

Si bien la mayoría de los ingredientes que componían esta poción son populares, durante mucho tiempo pasó desapercibido lo que podría ser el ‘kaneh-bosm’. Sin embargo, los investigadores han indagado para determinar en qué consistía el ingrediente sorpresa de ese mejunje que Jesús aplicaba vía tópica a los enfermos que se encontraba a su paso y que lograba que se repusieran de sus dolencias. Ahora, sin el más mínimo reparo, podemos asegurar que aquellas hierbas que utilizaba Jesús de Nazaret para sus bálsamos no eran otra cosa que cannabis.

Las primeras evidencias las descubrió Sula Benet, etimóloga del Instituto de Ciencias Antropológicas de Varsovia, que escribió un tratado titulado ‘Trazando una palabra a través de diferentes idiomas’ y que consistía en el estudio de la palabra ‘cannabis’, analizando los textos hebreos más antiguos. Demostró que, aunque siempre se había mantenido la creencia de que la palabra ‘cannabis’ procedía de los pueblos escitas, lo cierto es que tenía una raíz anterior en otras lenguas semíticas, como el hebreo.

Hasta tal punto llegaron las indagaciones de la profesora Benet que consiguió demostrar que la antigua palabra hebrea para cannabis no era otra que ‘kaneh-bosem’, que aparece hasta en cinco ocasiones mencionada en el Antiguo Testamento. “En el texto hebreo original del Antiguo Testamento hay referencias al cáñamo y al incienso, ya que era una parte integral de la celebración religiosa”, explicaba esta etimóloga. La raíz ‘kan’ en esta construcción significa ‘caña’ o ‘cáñamo’, al tiempo que ‘bosm’ viene a explicar lo ‘aromático’ de esa planta.

Lo que ocurrió fue que hubo una mala traducción, puesto que se tradujo como ‘calamus’, una planta que crece en los pantanos y que, además de tener poco valor económico, no posee las propiedades medicinales que se le atribuían al ‘kaneh-bosm’. Incluso han llegado a localizar dónde se cometió el error de traducción: fue en la traducción griega más antigua de la Biblia hebrea, la Septuaginta que data del siglo III antes de Cristo. Además, este error se cometió en las posteriores, de ahí que siempre existiera la confusión en torno a aquel ingrediente de los ungüentos que preparaba Jesús.

Más argumentos y más pruebas

Al margen de este problema con la traducción, existen otros argumentos y algunas pruebas fehacientes que vienen a demostrar que aquel ‘kaneh-bosm’ vendría a ser cannabis, porque no solo se trata de una cuestión de etimología. Los historiadores que han estudiado el tema también han coincidido en señalar que lo más razonable es que aquel ingrediente secreto era marihuana. Por ejemplo, Carl Ruck, profesor de Mitología Clásica de la Universidad de Boston, asegura que “no caben dudas sobre el papel del cannabis en la religión judaica”.

“Obviamente, la fácil disponibilidad y larga tradición del cannabis en el judaísmo temprano inevitablemente lo habría incluido en las mezclas cristianas”, señala el profesor Ruck. Esto quiere decir que, puesto que Jesús se crió como judío, lo más lógico sería que por sus enseñanzas y por lo común de aquella hierba él hubiera hecho uso de ella para las ceremonias en las que realizó las sanaciones. De hecho, de aquellas prácticas quedó testimonio en las propias escrituras: “Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y sanaban”, se puede leer en el pasaje de Marcos 6:13.

La duda que luego asaltó a algunos investigadores era si aquellos bálsamos, tan semejantes a los que hoy usan quienes sufren epilepsia, glaucoma o incluso cáncer de piel, tenían un efecto psicoactivo en quienes se lo aplicaban o solo terapéutico. Los últimos estudios al respecto apuntan que el THC, el cannabinoide que provoca este efecto, también podría ser absorbido a través de la piel. Es por esto por lo que Chris Bennett, autor de un libro sobre la marihuana, el sexo y la violencia en la Biblia, apunta que quienes se untaron con aquellas unciones también sintieron las cualidades psicoactivas del cannabis. "Las descripciones gnósticas de los efectos del rito de la unción dejan muy claro que el aceite sagrado tenía propiedades psicoactivas intensas que preparaban al destinatario para entrar en la 'dicha indescriptible’”, apunta Bennett en su obras.

Por si no fueran suficientes, cada vez surgen más y más datos y nuevos argumentos que vienen a respaldar las teorías de aquellos que mantienen que Jesús utilizó cannabis en sus supuestos milagros de la sanación. Y pensar que aún hoy, en pleno siglo XXI, hay quien pone en duda las propiedades terapéuticas de esta planta.