El calcio es indispensable para el adecuado crecimiento de tu cosecha. Interviene en la absorción de otros nutrientes, mantiene la estructura de las células y participa en la fotosíntesis. Por eso, la carencia o exceso del elemento tiene consecuencias para el desarrollo de las plantas. Te damos las pautas para identificar los signos externos de estas alteraciones y algunos consejos para corregirlas.

Como ante una enfermedad humana, es importante estar atentos a los síntomas que muestran nuestras plantas de cannabis para saber qué es lo que no marcha bien. Si has observado pequeñas manchas marrones o amarillentas diseminadas por la superficie de las hojas, si las más jóvenes crecen curvadas o con formas extrañas, puede que te estén mandando una señal de alarma: les falta calcio.

Los signos aparecen primero en los brotes y bordes de las hojas, pero poco a poco se extienden. Ten en cuenta que no tiene por qué pasarle a toda la cosecha; aunque cualquier variedad puede sufrir la carencia, algunas son más sensibles, e incluso ciertas plantas dentro de una misma variedad pueden absorber más calcio que otras.

Las consecuencias externas son solo un reflejo de lo que pasa en su interior: el elemento químico resulta esencial para su desarrollo y se incluye en la categoría de macronutrientes secundarios. Que no te confunda el calificativo: el hecho de que se denominen 'secundarios' no significa que sean menos importantes para su crecimiento que los considerados primarios (como el nitrógeno, fósforo y el potasio).

Las plantas absorben el calcio por las raíces para transportarlo después a todas las células a través del xilema (los conductos que reparten el alimento recién tomado por las hojas y tallos). Su absorción está muy relacionada con el magnesio y el hierro, de manera que la carencia de calcio suele ir asociada a la de estos dos elementos. Si le falta calcio, probablemente el vegetal tampoco podrá captar del sustrato el potasio que necesita.

Un exceso tampoco resulta beneficioso, ya que afectará a la absorción del resto de nutrientes. Además, cuando la concentración es demasiado elevada, se bloquea el intercambio de gases que se produce a través de unas células especializadas de las hojas, provocando también la aparición de clorosis (zonas quemadas de color marrón) en ellas.

¿Y para qué necesitan nuestras plantas de marihuana el calcio? Ya en las raíces, su presencia es indispensable para que crezcan en densidad y longitud. Una vez que ha llegado a las células, estas lo utilizan para realizar diversas funciones entre las que se incluye la fotosíntesis, el proceso esencial por el que transforman el agua y la luz en energía para poder vivir.

Como en los huesos humanos, el calcio tiene también funciones estructurales. Forma parte de las paredes celulares y actúa como una especie de cemento que las mantiene rígidas. Por eso, cuando les falta este 'cemento' natural, las hojas y los extremos de las raíces crecen de una forma rara, curvándose o con apariencia dentada.

Por otro lado, el calcio modula la acción de las hormonas vegetales encargadas de regular la germinación y crecimiento de la planta y estimula la segregación de las enzimas que protegen a nuestras plantas de cannabis de los cambios bruscos de temperatura (conocidos como estrés térmico).

Gracias al calcio, los vegetales tienen además un escudo protector ante las enfermedades. El elemento participa en la activación de los mecanismos de defensa necesarios para evitar los perjuicios de virus, bacterias y otros patógenos que destruyen la pared celular.

Y ahora viene la parte importante: ¿cuándo aparece la deficiencia de calcio? Los cultivos exteriores corren menos riesgo de sufrir esta carencia, a no ser que crezcan en un suelo de pH bajo (ácido), como el de pinar. En muchas ocasiones aquí es donde radica el problema: el pH ácido impide que las plantas tomen todo el calcio que necesitan. Por eso, si cultivas en sustrato orgánico, debes comprobar el pH y asegurarte de que se encuentra entre 6,2 y 7.

Por su parte, los cultivos hidropónicos son más sensibles a la falta del nutriente, así como a las variaciones de pH. En su caso, las raíces absorben adecuadamente el calcio en un rango de 6,2 y 6,5.

El tipo de agua con la que riegues también influye. Algunas veces la del grifo no presenta niveles suficientes de calcio y, si utilizamos agua osmótica (sin ningún nutriente), deberemos aportar calcio y magnesio antes de los abonos. Lo mismo con el agua destilada.

Muchos fertilizantes incluyen calcio entre los nutrientes, pero si no resulta suficiente, es aconsejable añadir un suplemento con calcio y magnesio al agua de riego, aunque con cuidado de no hacerlo durante la floración, porque también contienen nitrógeno y tus plantas podrían absorber demasiadas cantidades de este elemento. Utilizar un fertilizante de nitrato de calcio es otra posibilidad (con la misma advertencia) o adquirir uno que contenga únicamente calcio, como el que encontrarás en nuestra tienda.

También puedes aportar el nutriente mediante caliza hidratada, que debe ser añadida al agua de riego, o dolomita disuelta en agua y aplicada sobre las hojas. Utiliza cualquiera de las dos soluciones hasta que los síntomas desaparezcan (lo observarás en los brotes nuevos, las hojas dañadas no se recuperan).

Para prevenir la falta de calcio lo mejor es asegurarte de que el fertilizante que añades normalmente contiene este nutriente y controlar el pH del agua y el sustrato. De todas formas, si observas una deficiencia, las medidas que te hemos propuesto te ayudarán a que tus plantas sigan creciendo verdes y sanas.