Bajo su apariencia de escarcha esconden los ricos cannabinoides. Su importancia es tal que una cosecha antes o después de tiempo puede alterar mucho el sabor de la hierba. Cosechar unos buenos tricomas es importante para obtener una hierba de calidad y para hacer el mejor hachís. Con unos cuantos trucos relacionados con la temperatura, la iluminación o el manejo de la planta podremos incrementar su producción. El color también nos dirá cuál es el mejor momento para comenzar a hacernos con ellos.

Qué sería de la marihuana sin sus cannabinoides. Pero hablar de cannabinoides es también hacerlo de los tricomas, la parte del cannabis con una mayor cantidad de ellos. Es fácil reconocer los tricomas: son esa especie de polvo o pelos blancos que se observan a simple vista en la planta y que bajo una lupa o un microscopio tienen la apariencia de diminutos tallos que terminan en bola. Visto de lejos, parece nieve, escarcha o rocío.

Cuanto mejores sean los tricomas, la cosecha será más deliciosa, porque en ellos se encuentra la mayor parte de los cannabinoides de la planta. Por suerte, es fácil obtenerlos de gran calidad y aumentar su producción para mejorar la potencia de la hierba. Para ello, solo tienes que seguir los consejos que te proponemos hoy y que van desde la selección de las semillas de marihuana hasta el momento de la cosecha.

Está claro: si queremos obtener grandes tricomas debemos empezar por elegir una buena variedad. Hay semillas que producen más tricomas que otras. Si somos cultivadores noveles podemos consultar las descripciones de las semillas, que además de describir olores y sabores y advertir sobre el efecto psicoactivo suelen destacar el tamaño de sus tricomas o lo resinosos que son sus cogollos. Así destacan, por ejemplo, los de la White Widow o los de la Jack Herer; esta última planta se pone tan blanca que parecerá que ha nevado por encima, un efecto parecido al de la Sensi Star. Pero no son las únicas. Conocer bien qué genéticas y genotipos tienen mayor cantidad de tricomas ayudará a escoger la adecuada.

Luces de todo tipo

Una vez escogida la variedad, hay que plantarla y comenzar a cultivar. Por muy bien que la variedad pinte en su descripción, si descuidamos su cultivo podemos llevarnos un disgusto. Esto implica desde protegerla de plagas y enfermedades hasta tener cuidado con la luz, la temperatura o la humedad.

En caso de que optemos por exterior, incluso la altitud a la que se encuentre la plantación influirá. A mayor altura, los rayos del sol incidirán más sobre la planta y, por tanto, ayudarán a generar más tricomas con los que proteger sus hojas. 

Si cultivamos en interior, habrá que tirar de distintas opciones. Para la fase de crecimiento es recomendable una bombilla de halogenuros metálicos, mientras que a la hora de la floración se suele optar por bombillas de vapor de sodio (su luz amarillenta ayuda al desarrollo de los cogollos) y sustituirlas los últimos días por los halogenuros metálicos.

Bajas temperaturas

En cuanto a la temperatura, lo ideal es mantener la planta en la más baja posible sin que afecte a su propio crecimiento y desarrollo. Se suele decir que si desciende en las últimas fases de floración, la producción de resina aumenta. Igualmente, debe estar baja en el momento de la cosecha. 

No hay que olvidar que si nuestro cultivo está en un exterior muy alto sobre el nivel del mar, las temperaturas descienden de forma más drástica por la noche, así que también habrá que protegerse de las posibles heladas que congelarían la plantación y acabarían con ella. A la hora de recolectar y como si fuera en interior, también hay que buscar una temperatura fresca.

En interior, una variable entre 24 y 26 grados Celsius es óptima. En las horas de oscuridad podemos hacerla descender hasta unos 15 grados para que se generen más tricomas. Esto es recomendable para Indicas e híbridos, sobre todo.

Para saber si las altas temperaturas están afectando a la plantación, hay un truco muy sencillo: olerla. Si el olor es demasiado punzante, significa que los tricomas se están degradando y que hay demasiado calor en la plantación. 

La humedad también debe ser baja durante el proceso de floración; un porcentaje de alrededor del 15 %. Además, cuando cortemos los cogollos debemos buscar el momento de menor humedad relativa, con el fin de que no quede humedad dentro, lo que haría que la calidad de los tricomas se estropee.

‘Herirlas’ también es clave para aumentar la producción de tricomas. No te asustes: nos referimos a los cortes de poda. Cuando realizas dichos cortes, el cannabis segrega ácido jasmónico, que busca proteger a la planta y, a la vez, produce más tricomas. Así que en las fases finales de floración, a punto ya de la poda final, algún cortecito no estaría de más.

Eso sí, mucho cuidado a la hora de tocarla, tanto en ese momento, como antes. ¿Por qué? Los tricomas son como pequeños sacos muy sensibles al movimiento. Por ello, si sacudimos la estructura podemos echarlos a perder. Las precauciones hay que extremarlas especialmente cuando comienza la fase de floración: a partir de ahí la planta se debe manejar con mucho más cuidado, una atención que habrá que mantener durante todo el resto del proceso.

El ámbar, el color clave

Para saber cuándo están los tricomas en su mejor momento (y por tanto, comenzar a retirar los cogollos), habrá que servirse de una lupa. Llegará un momento en que la mayoría de los tricomas hayan pasado de ser transparentes a lechosos; algunos de ellos incluso mostrarán un tono ámbar. Para algunos cultivadores es precisamente en ese momento cuando hay que proceder al corte. Hay quien habla de una proporción de 30% de tricomas ámbar para comenzar a cosechar. Dicho porcentaje sería, además, el idóneo para luego preparar hachís. 

Cortar cuando los tricomas son transparentes es perjudicial, ya que aún están generando cannabinoides y serán, por tanto, menos potentes. Es decir, aún quedan muchas posibilidades de aumentar la producción y obtener un buen resultado. Además, si esperamos hasta ese ‘momento ambarino’, la producción de terpenos (los responsables del olor y sabor de la marihuana) y de aceites esenciales también estarán en su máximo esplendor. De hecho, los sabores y olores finales variarán en función del momento en el que se realice la cosecha. El que los tricomas estén muy juntos es una buena señal, ya que eso incrementa el olor.

Para que esos sacos o glándulas terminen de madurar habrá que ser pacientes. Según la variedad, las diferencias pueden ser de días o incluso de semanas. Si se corta antes de tiempo, y aunque los cogollos estén bien secados y curados, la hierba puede saber a heno o césped seco. De nuevo, la información que aporte el banco de semillas puede ayudar a hacernos una idea aproximada.

Otra opción para incrementar los tricomas es cortar los cogollos superiores, que son los primeros en madurar, o los principales y dejar unos pocos días más el resto. Así aumentaremos la densidad de esos tricomas y conseguiremos un manto lechoso digno de admirar.

Aquellos que elaboran hachís suelen mimar la proliferación y preservación de tricomas, pues lo ven como la única forma de obtener una sustancia de calidad. Si tú quieres ser como ellos, ya sabes todo lo que tienes que hacer para conseguir que esos saquitos lechosos y ámbar sean la clave de todas tus alegrías.