Obtener hachís al agua en casa con los restos de nuestras cosechas es un proceso sencillo usando las mallas de Ice-o-Lator, gracias a esta técnica basada en la utilización de agua, hielo y sucesivos tamices. En este vídeo se muestra, paso a paso, cómo se obtiene distintos calibres de extracciones y qué materiales se necesitan para conseguirlos. Solo hay que tener un poco de práctica, algo de paciencia y, por supuesto, los instrumentos adecuados que puedes encontrar en nuestra tienda on-line.

Se conocen como "Ice-o-Lator" a unas mallas para extraer hachís utilizando agua y hielo. Fueron popularizadas por la empresa holandesa Pollinator, pionera desde 1992 en la fabricación de sistemas de extracción de cannabis, y se logra el hachís enfriando las glándulas de la resina, los conocidos como tricomas, que se endurecen y se hunden con el agua fría mientras que el material vegetal de deshecho (es decir, las hojas y demás partes de la planta) flota en el agua.

Para recoger esas glándulas de resina se necesitan unas bolsas de nailon con mallas de distintos calibres, que serán las encargadas de separarlas del resto de la materia que no nos interesa de la planta. Los tricomas se irán adhiriendo poco a poco al tamiz de la malla, una pequeña red situada en su parte inferior, aunque es necesario retirar antes las ramas y otras partes duras de la planta para que el proceso de extracción sea más efectivo.

Hay que tener en cuenta que la calidad del hachís obtenido dependerá del grosor de la malla utilizada. Los de mejor calidad no suelen superar las 45 micras. Después se pueden encontrar mallas de 60 a 75 micras, de 90 a 120, de 150 a 180 y superiores. Con los cedazos de 30-45 micras obtenemos el llamado hachis de "primera calidad", con el de 60-75 micras la segunda calidad, luego vienen el de 90-120 micras (tercera calidad), hasta llegar a las mallas de 150-185 micras, que es la cuarta calidad o "calidad comercial".

Para la extracción se necesitan, además, otros materiales: un cubo de unos 25 litros de capacidad, un utensilio con el que mover la marihuana y tan alargado como necesite el recipiente en el que se insertará la bolsa (puede ser una pala adecuada o una batidora de cocina), varios kilos de hielo, un termómetro y los restos secos de la cosecha, especialmente las pequeñas hojas que protegen los cogollos y que vienen cargadas de resina. Está claro que cuanto mayor sea la cantidad de tricoma que tengamos, mayor será la calidad del hachís que vamos a obtener.

Paso a paso

Lo primero que hay que hacer es insertar las distintas mallas o bolsas en un recipiente (un cubo puede ser perfecto), muy bien ajustadas pero dejando la suficiente separación entre elllas. Estas se colocarán en el cubo de menor a mayor, comenzando siempre por la de menor grosor (el tamaño de malla suele venir indicado en una pequeña etiqueta en la parte superior de la bolsa, o identificada por distintos colores) hasta colocar la más grande en el interior, donde quedarán atrapados los restos de materia vegetal.

Después se mezclan los restos cannábicos con agua muy fría y mucho hielo. No se recomienda cargar las bolsas excesivamente, ya que la resina necesita espacio para caer al fondo. Cuanto más fría esté la mezcla, mejor para el resultado final, pues los tricomas necesitan estar a una temperatura cercana a los 0º para endurecerse más rápido y que la gravedad haga su trabajo con mayor facilidad. Incluso, se recomienda meter los restos secos de la cosecha en el congelador durante varios días, con el fin de que el efecto sea aún mayor.

Dejamos reposar esa mezcla durante 15 minutos, comprobamos que la temperatura está entre 0,5º y 3º C (los tricomas se desprenden de la materia vegetal a unos 4º C) y removemos bien el cannabis durante 20 o 25 minutos ayudándonos del utensilio que hayamos elegido. Pasado ese tiempo, esperamos otro cuarto de hora y repetimos el proceso hasta que las hojas queden flotando en la superficie. Después sacamos la primera malla, la más grande, y escurrimos bien el agua. Esta malla es de 220 micras.

Las glándulas que buscamos están en las otras redes. Recogemos la siguiente malla (de 185 micras) y volvemos a escurrir el agua para obtener el primer hachís, una pequeña masa de color parduzco. Ahora se toman las siguientes, que contienen todo el líquido y las sustancias que se han ido filtrando de las anteriores. Tras pasar por la malla de 70 micras (la que más glándulas atrapará), la última malla de 45 micras será la que recogerá las glándulas más pequeñas, por lo que será necesario utilizar un poco de agua para unirlas.

Así se habrán obtenido diferentes calidades de hachís separadas por el tamaño de la glándula. En las sucesivas veces que se cuele el agua es posible que la malla se obstruya y no deje pasar el líquido por completo. Esa es una señal de que el proceso se desarrolla de manera adecuada. Solo será necesario mover la bolsa con las manos para hacer que la masa que se ha formado cambie de posición y el agua pase por los huecos que deje.

Ahora es muy importante desmenuzar bien el producto conseguido (usar un colador de cocina para apretar con una cuchara y un cepillo de dientes para rascar nos puede servir) y secarlo de manera óptima durante unas horas, colocándolo en pequeñas bandejas transparentes o usando papel de cocina. Este paso es muy importante porque, si no se seca de manera adecuada o queda alguna humedad, se acabará pudriendo, y los hongos que genera son muy nocivos.

Una vez realizado este paso, ha llegado la hora de disfrutar de nuestro propio hachís casero con todas las garantías de calidad y frescura. Y con el orgullo que supone producirlo uno mismo con un método tan sencillo como es el de las mallas Ice-o-Lator.