Linalool: la 'lavanda del cannabis' que ayuda a frenar el alzhéimer

¿Quién puede resistirse al olor que desprende la lavanda? ¿Cuántos hemos comprado algún ambientador para casa o, incluso, algún suavizante para que nuestra ropa huela a lavanda? Pues bien, el responsable es un aceite esencial que se encuentra no solo en el cannabis, sino en otras 200 plantas; y que es el encargado de que también adoremos el aroma que desprenden la marihuana. 

La culpa es del linalool. Este es un terpeno, es decir, un compuesto orgánico volátil que producen multitud de especies vegetales que surgen al producirse la polimerización. En la resina del cannabis existen multitud de terpenos, y el linalool es uno más. Eso sí, uno de los más destacados, puesto que es el encargado de dotar a la planta de su aroma tan particular. Y no solo eso, porque las investigaciones realizadas en los últimos tiempos han demostrado que la combinación de estos aceites con los distintos cannabinoides de la marihuana, los principios activos de la planta como son el THC o el CBD, pueden reportar numerosos beneficios terapéuticos a nuestro organismo.

Objetivo: mantener sano nuestro cerebro

Aunque siempre se había pensado que los terpenos solo cumplían la función de potenciar la experiencia subjetiva del cannabis, al tiempo que potenciaban el sabor y el aroma de esta planta, los más recientes estudios realizados en este terreno han demostrado que juegan otro importante papel.

Si bien protege a las plantas en las que está presente con sus propiedades antimicrobianas, a los seres humanos también nos protege con su efecto medicinal. Hay quien se pregunta si en la antigüedad el linalool fue utilizado a modo de antibiótico rudimentario, porque es un elemento bastante habitual en las recetas de medicina tradicional: hay datos que señalan que se ha utilizado, en forma de tallos y hojas de lavanda o maní, como ansiolítico, antiinflamatorio, remedio tópico y soporífero. Más adelante, con el avance de la medicina, se supo que este compuesto orgánico también actúa para hacer más resistente el sistema inmune a los efectos que provoca el estrés. 

Pero el descubrimiento más reciente es el que señala al linalool como agente para mantener en perfecto estado nuestro cerebro y, más en concreto, para combatir el alzhéimer. Actualmente no existe ninguna cura eficaz para hacer frente a esta terrible enfermedad degenerativa, que provoca una pérdida de memoria y de otras funciones cerebrales. Es por esto por lo que los investigadores tratan de hallar una fórmula que permita bloquear el avance de esta enfermedad o retrasar su llegada a medida que envejecemos.

Pues bien, un estudio publicado en 2016 demostró que el linalool puede ser un gran aliado para hacer frente al alzhéimer. El experimento realizado por distintos investigadores de la Universidad de Antioquia, en Medellín (Colombia), concluyó que este terpeno presente en el cannabis puede revertir algunas de las alteraciones conductuales y cognitivas que provoca esta enfermedad. Además, en los ratones en los que aplicó el tratamiento se comprobó que podía llegar a reducir el número de placas y marañas celulares que contribuyen a la degeneración cerebral.

No obstante, este no es el primer beneficio del linalool que se ha detectado para el cerebro. Antes se había comprobado que, gracias a su efecto ansiolítico, evitaba la liberación de neurotransmisores de las neuronas estimuladas por el glutamato, de tal forma que permitía en algunos casos reducir la ansiedad y, en otros, acabar con las convulsiones provocadas por los ataques de epilepsia. A esto se suma que, como buen analgésico, permitía relajar los músculos, reduciendo la excitabilidad de las células de la médula espinal que transmiten las señales de dolor que llegan al cerebro.

Cannabinoides y terpenos, la unión hace la fuerza

Y si por su cuenta el linalool y otros terpenos, como el cariofileno o el limoneno, son beneficiosos para el organismo humano, cuando se alían con los cannabinoides su efecto terapéutico es aún mayor. Es lo que el investigador israelí Raphael Mechoulam llamó en 1999 el ‘efecto séquito’. Con este concepto, en el que otros tantos investigadores han indagado a lo largo de los años, lo que quería explicar era que los compuestos secundarios del cannabis, como es el caso de los terpenos, podían aumentar los efectos beneficiosos de los principios activos de la marihuana y reducir los de la psicoactividad.

Es más, otros estudios han demostrado que esos compuestos secundarios no solo aumentaban el efecto, sino que también los podían mitigar. ¿Qué quiere decir esto? Que al unirse los cannabinoides y los terpenos estos últimos pueden modular la intensidad de los primeros, ya sea hacia un lado o hacia otro, para los efectos físicos como para aquellos otros cerebrales. Y esto ocurre con todas las moléculas que contiene la marihuana y que actúan juntas en multitud de ocasiones para ser más efectivas desde el punto de vista medicinal.

Cuando nuestros antepasados ni siquiera sabían que el linalool era el responsable de los múltiples efectos terapéuticos de la lavanda, ya utilizaban pequeñas bolsas con flores de esta planta para combatir el insomnio. Ahora que nosotros sabemos el cómo y el porqué, no debemos dudar a la hora de recurrir a las propiedades de este terpeno del cannabis, ya sea para aprovechar sus cualidades soporíferas, antinflamatorias, sedantes o, por supuesto, para mantener a nuestro cerebro a salvo del alzhéimer.